A MÍ TAMBIÉN ME AFECTÓ LA VIOLENCIA. Resumen y comentarios.
- Fabio Miguel Monroy Martínez
- 22 jun 2023
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22 junio 2023
Por: Fabio Monroy Martínez.
Abogado - Periodista, Magister en Comunicación y Derechos Humanos.

En este texto recogimos una serie de vivencias y experiencias alrededor de la tan esquiva paz en Colombia, tomando en cuenta una premisa que nos llevó, precisamente, a colocar el título que identifica estas reflexiones, basándonos en todo cuanto en Colombia hemos padecido por el conflicto interno armado, que sin ser actores principales muchas familias hemos sido convidadas a padecer tan devastadores efectos de la violencia.
Muchas personas se han sentido ajenas a los efectos e impactos producto de las confrontaciones armadas llevadas a cabo en todo el territorio nacional, sin percatarse del que, de una u otra manera resultamos afectados por esas acciones ejecutadas por grupos armados al margen de la ley.
En cuanto al asunto que describimos en la parte central del texto que nos ocupa, hace referencia a nuestro hermano menor, Miguel Enrique Monroy Martínez, quien, por ocuparse de gestiones propias de nuestra oficina de abogados, denominada MONROY MARTÍNEZ ASOCIADOS, se encontraba entre las inmediaciones de los departamentos del César y La Guajira, más exactamente en la población llamada San Juan del César, que corresponde a La Guajira, el 13 de marzo de 1994, elecciones de Congreso de la República (Senadores, de la cámara alta, y Representantes a la Cámara, de la cámara baja) en las elecciones previas a las presidenciales, en las que resultó electo Ernesto Samper Pizano, fue asesinado sin mediar consentimiento alguno, al considerársele extraño al territorio, puesto que era mono y así le llamábamos, el “Mono”, en medio de habitantes de la zona que son más bien de color moreno, propios de afrodescendientes.
Desde aquel entonces se presentaban los tan nefastos “falsos positivos”. Preferimos limitarnos a reconocer el cadáver de nuestro hermano, Miguel Enrique, el “Mono”, y enterrarlo en una bóveda del cementerio de San Juan del César, Guajira, puesto que no pudimos trasladar su cadáver al haber estado expuesto por más de tres días a la intemperie; además, un médico conocido nuestro, de Valledupar, gentilmente nos acompañó y, por fortuna, resultó amigo del fiscal de San Juan del Cesar, quien nos mandó a decir, muy en reserva, que nos fuéramos tan pronto culminara el sepelio, puesto que nos estaban siguiendo quienes perpetraron el asesinato de nuestro hermano, y si nos quedábamos haciendo preguntas que no les fueran de su agrado íbamos a ser igualmente asesinados.
En ese mismo texto, hacemos referencia, como amantes de la paz, a la Red Caribe por la Paz, que fundamos desde el Servicio Paz y Justicia en América Latina, SERPAJ-AL, en alianza con diversas organizaciones de la sociedad civil, en apoyo a las negociaciones del gobierno nacional, en cabeza del presidente Juan Manuel Santos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, plataforma desde la que, en Barranquilla, Santa Marta y Cartagena nos expresamos con apoyo de miles de personas que, de igual manera apoyaban esas negociaciones.
Muy a pesar de las constantes amenazas que nos hacen, seguimos en la tarea de divulgar todo cuanto sea concerniente a la búsqueda de la paz en Colombia, ese es el objetivo central del texto, haciendo hincapié en lo tanto que nos afecta seguir en medio de las confrontaciones armadas internas en el país.
Texto impreso por Santa Bárbara Editores.
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